domingo, 26 de febrero de 2017

Magritte: El imperio de las luces (VI)




El hada ignorante, 1957. Segmento.

Una cierta inversión al tema de El imperio de las luces se encuentra en un segmento del mural El hada ignorante (1957), en donde el paisaje es totalmente diurno. Sin embargo, no hay una casa sino dos, una blanca, otra negra. O quizás se trata de la misma casa: la blanca responde a la luz del día, pero tiene contigua a su versión nocturna. A un lado de la casa blanca se encuentra el cascabel brillante pero también el jinete envuelto en noche (grandes iconos de Magritte); a un lado de la casa nocturna, la lámpara que difunde oscuridad a la que Magritte había aludido en el lienzo llamado asimismo El hada ignorante (1950).
            Magritte trabajó esa contraposición en un gouache llamado justamente La parábola:

La parábola.

Una de las versiones de El imperio de las luces convierte en blancura lo que en otros casos es oscuridad en las paredes de la casa nocturna.

El imperio de las luces.

Otro segmento del mural El hada ignorante agrupa también a otra serie de iconos magritteanos bajo un cielo diurno. A la derecha, sin embargo, aparece una “mancha de noche” con su luna creciente. Se trata más bien de un follaje, un bosque nocturno que flota, una nube de sombras que se desplaza con la misma soltura que las nubes emisarias del día.

El hada ignorante, 1957. Otro segmento.

Qué difícil comprender suficientemente este afán, esta ansia, esta necesidad de Magritte que lo lleva a investigar, recomponer, recombinar, reencuadrar, desechar, recomenzar siempre una intuición central sin nombre.



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